domingo, agosto 06, 2006

IN MIXTLI IN HEY -TLATOANI


Cuando uno pasea por México se siente intoxicado. No creo que pueda existir un lugar más oscuro, un sitio más perdido en el socavón del miedo, como el lloriqueo de un niño abandonado a la suerte de las ratas que ya empieza a escuchar pasearse por las paredes. Lo que lo torna aún peor es esa cultura de la risa, esos jodidos pero felices que a través de la sierra cargan el calvario piramidal de su ignominia y las centurias de miseria física y psicológica; toda la desproporcionada violación de occidente, posándose en la calcárea cimiente de la antigüedad mesoamericana, cuyo rostro ya no logramos aclarar, pero cuyos rugidos subtelúricos presentimos en sueños como un secreto reptil rememorando la brutalidad y la superstición propias de los duelos de sangre. Se le ofrenda sacrificio al Tlatoani primigenio, reflejado desde el emperador hasta el presidente, pasando por el virrey y culminando en esa grupa de adinerados, que tienen todo el derecho de estar ahí, pues este pueblo que confunde bucaneros con dioses, los transmuta en la simbología de su eterna noche y de cuya autófaga pesadilla le será imposible desperezarse. Por ello la calavera sonríe, porque la fosa póstuma representa la única salvación en el conocimiento más preciado de todos, la seguridad de comprender que este juego no se acaba nunca y que no se dirá, jamás, que alguna vez se pudo estar realmente vivo. Por eso al final, dicen aquellos que saben y que son muchos, todo termina valiendo madres.

foto: http://www.deviantart.com/view/15961283/

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