miércoles, noviembre 15, 2006

Relato Infantil

"...y procuraré que nadie descubra, con verme a los ojos, el aullido perenne, el tenaz raspar de uñas contra las paredes del foso..."
José de la Colina
Siempre peco de ingenuidad. Me aferro a una posibilidad remota de que algo bueno suceda. Y así, me arrojo con una fe estúpida al ensueño, a ilusionarme con cifras del 1 por ciento, a creerme cuentos de amoríos idílicos y ridiculeces por el estilo. Cabalgo en la bobería de un asombro desbocado. Me suelto, divago en las casualidades, creyendo que el azar obedece a un orden cósmico que me dice algo, que me habla, que tal vez me susurra - Ya no seas tan pendejo... Pero afortunadamente siempre pasa lo mismo, todo termina iéndose al carajo y estas solo de nuevo, sobrellevando con mediocridad tu apestada existencia, tu inclinación al fracaso. Y es bueno saber que no eres el único, que una hornada de individuos macilentos te acompaña, una horda de seres parcos te arrastra, te acoje en su seno de polvo y mugre. No estás solo mi vida, no estas solo...¿porqué dices eso? Y miro alrededor y un camposanto viviente, todos caminando con la barbilla hundida en el pecho, sin mirarse, guiados por la vileza de sus más bajos caprichos. ¡Pinche mundo de mierda! Hay días que me dan ganas de ser alcanzado por una bala, así sin darme cuenta, de golpe sentir el plomo helado a mitad de la frente reventándome la cabeza como si fuera una sandía. Y después la fiesta de sesos y llantos. Se acerca un médico y negando con la cabeza dice - Colorín colorado este cuento se ha acabado...
Foto: Johnattann Weiner

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Wheeeehaaaa!!!!