+Requiem aeternam dona eis, Domine:et lux perpetua luceat eis. Para warpola Ansiaba a solas la noche de nuestras bodas. Pero las mieles fueron sangre, paseamos lechuzas por la vida no terminada. Pata de cabra. Nuestros arquitectos vueltos leñadores nos hacen astillas; me retiro para buscarme un gallo negro, o algún ídolo de toro, para cantarle con impaciencia mis razones acerca de la llegada de los ladrones emplumados que exterminan por motivos de diseño . Meto la cola de mi dedo en un copón de trigo para memorial de paloma muerta y mi asesor espiritual, un tecolote terminal, plumas de rombo, me dice: la muerte poeta de farándula, escritor estúpido es para aldeanos duros, no para maricas a los que aun les emociona hacer sagas malditas de novias y ramos de rosa. ¿Cuándo lo íbamos a entender? . Por eso: !OH Volbotobó, toro negro del Asia Menor!, llévame de aquí, a tu pradera, a tu villa sumergida. Donde lo fúnebre solamente ocurra en la tradición oral, donde los únicos homicidios ocurridos hayan sido el del Cristo y los de la literatura, ¡basta OH Volbotobó!, ¡basta!: deja tu marca a cada cual de mis conocidos y a los suyos; no dejes Volbotobó, que lo malo los lastime, aquí tienes mi sangre para los sacrificios. ¡Acude a mi angustia, dios menor Volbotobó hijo del jarrón roto!. Foto: Nick Knight |
martes, noviembre 14, 2006
Letanía desde la casa de las fieras II.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
3 comentarios:
Una caricia necesaria. Una ligera perversión que sale de mis agudos poros. Gracias GDA. Eres la secreta epígrafe de mis oídos. Geratho meo!!!
Idiotas
Pinche sitio enfermo, no se la mamen cabrones...
Publicar un comentario