martes, septiembre 12, 2006

Una noche de invierno





Cayó sin plumas. En un invierno europeo que se va borrando de mi cabeza con el paso de los asteroides. Sólo imagino la deidad que fue, el abrelatas de sueños que ahora vive dentro de mis venas. Y sí, cayó de la oscuridad, de arriba, entre las estrellas se abrió paso y se dejó caer en mí como un delicioso algodón de nieve. Todavía cierro los ojos y puedo oler su sangre, un olor a cosmos, a infinito, infinita belleza, terrible belleza. Yo de falda rosa y converse, de flequillo y chapas, de princesa en decadencia. Él sin plumas pero blanco, desnuda melancolía y ojos de pureza extrema; pero siempre oliendo a sangre. Cayó, en mis brazos, tatuados de recuerdos absurdos y lágrimas art-deco. Depositó sus labios de polvo sobre las amarillas manos que en aquél invierno tenía. Lo llevé a casa, al abismo, al tiempo real que él no conocía. Le enseñé mi cuerpo de hada y él me enseñó su cuerpo de estrellas y cometas. Lo besé en con luz tenúe, abrí mis poros de aceite para que sintiera la suavidad que vivía dentro de mí. Lloró, lloró universos enteros sobre mis sábanas, lágrimas de noche que rozaban mi piel en un grito de orgasmos inmensos. Nunca lo envidié, lo añoraba en las noches de sudor y notas magicas. Pero él se fue caminando. Cayó sin plumas, en medio del frío cristal que siempre acaricia los vellos de mi vientre. Yo de falda rosa y converse. Él ahora brilla en medio de la oscuridad y dejó su belleza dentro de mí, en medio de placeres y gemidos absolutos. Bajó para hacerme el amor, para pincharme amor, para sangrar amor. Y ahora recuerdo poco de aquél invierno, pero sin plumas cayó, y en mis ojos de oliva vive su trágica belleza.

(Imágen: Camille Rose García)

4 comentarios:

Goyitrina dijo...

Genialisimo, como siempre...

Anónimo dijo...

Qué coño anda leyendo que es capaz de proferir estas brujerías, convocaré a un Acto de Fe para incendiarle con alabanzas en un inquisitorial abrazo que corre de aquí al Escorial, donde la momia de Felipe II seguramente le mandará mis halagos (no se sorpenda de seguir viendo cadáveres en el metro ya bien pasadito el M-11.) Es usted un gigante, hágase a la idea, gigante como pocos lo llegaremos a ser con la excepción de que consigamos un guizante mágico y trepemos en una hiedra hasta su cabeza para extraer esas imágenes, esas estructuras y sobre todo, esas bibliografías.

W.J. Porter dijo...

Quedé bastante impresionado. La palabra que busco es "majestuoso".

Anónimo dijo...

siempre estuve y siempre estaré *