lunes, agosto 28, 2006

Abulia

"Todo pensamiento debería recordar la ruina de una sonrisa"
Emil Cioran
Mi cuerpo, mi anatomía cansina de 19 años. Mis movimientos con sorna, soy un gran fardo inanimado, un saco de órganos indispuestos a los que les cuesta realizar su trabajo. Esfínteres con amnesia, traquias voltaicas, extremidades artríticas y una epidermis arrugándose progresivamente, carcomiéndose en una espera de consultorio existencial. Hasta sobre mis labios ha caído el hastío, como si los hubiesen cosido con una de las espinas de la corona de Cristo, dejándome en la boca un sabor a sangre de profeta. Mis ojos secos, como parcos pórfidos sin lustre, dos canicones opacos cansados de absorber la luz del sol, apenas resisten al neón. Y mi mente, con una resaca de retóricas, transida por una embriaguez de supuestos, cataléptica por culpa de filosofías incomprendidas. Ahí estoy arrojado al mundo como un cadáver destinado al camposanto, echado a la suerte de los famélicos carroñeros: los hombres. Y no puedo, no tengo la fuerza para defenderme, se me echan encima, como las falanges de Proserpina, me arrancan la carne las legiones de lebreles hambrientos... Y no queda nada, sólo mi cuerpo mancillado, ultrajado, vapuleado por una horda de momias con parkinson que babean anticongelantes. No espero nada, tal vez la eclosión de un fruto envenenado, un alimento que intoxique al mundo y se lo lleve a la mierda, mientras tanto seguiré soñando en un Adán al que le quitaron todas las costillas...

1 comentarios:

Goyitrina dijo...

Desde que nacemos, nos estamospudriendo. Lostos para morir cuando sea conveniente.