martes, julio 18, 2006

El auto-aztec cyborg


Un azteca llora en la oscuridad, sus hombros dorados bañan de sangre unos brazos ya cansados. Las lágrimas se mezclan con sus glóbulos en medio de una caricatura de una cruz. Las plumas vuelan por las rocas y sin devoción liberan suspiros de algunas armaduras oxidadas. El azteca llora en medio de las estrellas y jamás dejará de llorar, su nuevo Dios no lo ama. No lo conoce, habla de su “yo” en solitario y a veces libera unas nubes para dejarlas sudar sobre los campos amarillos. El llanto del azteca se escuchará miles de años en el espacio y las ruinas de su pueblo nunca descansarán de ser pisoteadas.