Un panquecillo, la tentación glaseada de un pastelito confitado. Transpirando aromas la dermis glucosa de tu postre favorito. Una mordidita, gordito, ándale... Lo tomas con tus manazas de ogro en vigilia, lo contemplas con el respeto azucarado que merece y babeas. Te escurren hilos de baba viscosa que ya rozan el suelo. En tu vientre un combate estentóreo, el retortijón hiperbólico aullando tu nombre... ¡¡¡OMAR!!!!! Sucio troglodita, roedor obeso de alacenas, bestia insaciable... ¡¡¡OMAR!!!
Foto: William Wegman.
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