jueves, julio 13, 2006

Sacramento

El efecto de un sueño lisérgico, un estallido de luces chillonas lanzando su aullido lumínico en resplandores fluorescentes. Un zumbido constante, un tono perenne de estática fulgiendo. – Bzzzzzzz… - es la oración de los escaparates, de los anuncios espectaculares, de los perímetros de miles y miles de edificios. –Bzzzzz…- señuelo evanescente de noctámbulos buscando un hot-dog en la madrugada. El neón, halo inmaculado que santifica ciudades, luz redentora suavizando contornos. Me gustaría beber tú líquida presencia y encender mi pecho con un verde radioactivo. Fundirme en tú envolvente centelleo eufemista, que disimula y no acusa despóticamente como la luz del sol. Hong Kong, santuario sacratísimo de nuestro señor el neón.