sábado, agosto 30, 2008

Mi ruina nocturna




Yo sueño mucho con mi amigo Óscar Senderowicz. Despierto rodeado de una angustia que me deforma y después de un cigarrillo pienso en Óscar y entonces contemplo la figura desnuda, en una muestra de huesos delicados y perfectamente armados como rácimos, de Susan. Los sueños son sueños, normalmente hay un estallido y en un despliegue incongruente reviento de ira y golpeo violentamente a Óscar hasta dejarlo inconciente y mis puños llenos de sangre se hinchan hasta lograr un tamaño sobrehumano y así noche tras noche asesino a mi amigo, a golpes, insolente y sin razón alguna. Susan se altera y alcanzo a escuchar en un ligero susurro como me grita que despierte. Despierta.

El cabello rubio de Susan se enreda en mis manos y así me quedo dormido. Pretendiendo no soñar, no escudriñarme por deseos lejanos y piezas ya perdidas dentro de mi subconciente. Hace diez años que no sé nada de Óscar, hace diez años que su figura me atormenta y contemplando su rostro desfigurado llega Susan y -despierta-.

Compré un libro sobre sueños, advertían que las premoniciones comenzaban con sueños recurrentes, que de inmediato sobrevolaría mi cuerpo y en un viaje astral interceptaría a mi alma mientras que mi cuerpo problablemente se desvanece para siempre en una paralela realidad de mi mente. Senderowicz es golpeado por mis puños enormes y agitados, por una rabia inaudita, es mordido, atacado hasta la muerte por un impulso lejano y triste y Susan -despierta-.

La última vez que vi a Óscar no me reconoció, giraba por una calle y se adentró en una farmacia, esperé afuera por varios minutos y lo vi salir con una bolsa, apurado. En realidad no creo que me haya visto. Me quedé mirando una vieja estación de tren cerca del centro y los puños creciendo -despierta-.

Algunas veces que despierto de madrugada Susan duerme, semidesnuda, le hago el amor mientras ella sueña cosas que yo ya no puedo soñar, le toco su vientre plano, la abrazo dulcemente y me adentro en ella con suavidad para no despertarla. Termino dentro de ella y siento un espasmo que arde por mis muslos hasta ocasionar un calambre y Susan fetal me ama -despierta-.

Una gota se sangre se disuelve lentamente sobre un charco de agua, mis manos retorcidas intentan estrangularme mientras se escucha una terrible carcajada. La noche es callada y en una parte del cielo se alcanza a distinguir una figura de muerte. Óscar y Susan hacen el amor brutalmente sobre el suelo, la penetra con fuerza y Susan grita y suda y se corre y -despierta-.

Despierto, aturdido, enfermo. Intentando comprender, sobrestimulado por vivir al miedo de quedarme dormido, insultando a mi mente y organizando formas que se inflan como globos de nieve. Despierto finalmente, enredado entre las sábanas y con la cara deforme de Óscar Senderowicz en pleno rictus de dolor. Martirio y sombras llegan en plenitud, Susan duerme, perfecta, desnuda, le toco el hombro suavemente y en un aliento amargado una voz delicada explota para intentar decirme despierta.



4 comentarios:

Édgar Adrián Mora dijo...

¡Neónidas! Buen look.

Anónimo dijo...

Es sangre que se derrama como caramelo, romance y delirio visual, Me gusta el personaje que no despierta, muy bueno
Tere

Anónimo dijo...

que pasa? queremos nuevas entradas!!

Anónimo dijo...

me parese que es increible...la manera en la que escribes; aun asi las ganas de matarte no desparesen... es una lastima que cuando leo tus palabras me encantaria con ellas crear un cuchillo y enterarlo en tu piel.