miércoles, abril 02, 2008

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Para Giusseppe nocturno en parvulario




Nos estamos interponiendo a las leyes naturales, o será que en un intento pobre de autodestrucción el relevo universal no alcanza a sujetar la batuta y es entonces cuando nos damos por vencidos y nos desvanecemos. En el cenit la fuerza pierde contraste, es irrelevante que en un despliegue de locura las cosas tomen esa forma de pescado, un pescado frito que no tiene nada que ver con el que dictaminó Girondo. Todo sería tan sencillo si penetráramos en la providencia con la calma ardua y consistente, si en un solo respiro se escapara toda la mala intención y sólo entonces así poder levitar a un ritmo justo. Sin embargo al encontrarme frente a la pureza estética no puedo evitar sumergirme en un insomnio de burbujas, cuando me reencuentro con todo el lado blanquecino de mi mente y me percato de que sólo así es como logro un estado de catarsis pleno y sedentario. Tantos besos que ya hubiera repartido, tantos abrazos, tantos estornudos y tantas lágrimas que se confundirían con la saliva inquieta. Mi almohada ha dejado de oler a algo que antes disfrutaba, el trono donde Morfeo me levanta y me lleva a la cima de todas las cosas se ha vuelto un espejo inconmensurable en donde mi reflejo es una basta y agitada forma de luciérnaga hiperactiva. Nada es cuando en la oscuridad no sé si tengo los ojos cerrados o abiertos, cuando en un momento de la noche confundo los colores eléctricos de la penumbra con un par de viejos flacos y barbudos saltando una cuerda mientras cuentan en voz alta; 1,2,3,4,34,56,78...No quiero entender de maniobras mágicas para el enamoramiento, tampoco quiero un sueño profundo ni mucho menos compartir mi cama. Un escritor francés decía que siempre antes de dormir mataba una gallina. Un filósofo alemán salía a caminar desnudo por las calles desiertas de Berlín a las 5am. Una escritora inglesa se tomaba tantas pastillas que terminó matándose mientas seguramente soñaba con la novela interminable. Sobran los caminos y las redes, es una discapacidad que sufre, no hay sillas de ruedas ni bastones para alcanzar el sueño. El estado perenne de la anemia mental es que nos refugiamos en una sábana interminable de pensamientos obscenos. Los psicólogos siempre han estado equivocados en ese sentido, son las hienas de la ciencia. Ahora, justo ahora se impregna el viento de una fruta tan dulce que a nada se le compara; es la condena, y en un abrupto mordisco irremediable nos empalaga de tanta pulpa tan delicadamente perfecta y es cuando de pronto en un aullido me doy cuenta que todo es culpa de ella.

Acuarela de Geratho Andeonimba, colección Saul Galo, Circo Serotonina.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Eres un maldito genio, no un genio maldito. Ahora a ser bueno para que seas feliz.