sábado, julio 28, 2007

Carta


Mis queridos amigos:
El hombre va al encuentro con sus Dioses. Descarga su ira con los troncos impasibles del bosque. Se lucha y se pierde, nos derriban las estrellas a golpe de ojo y lo que importa es la batalla, la guerra. Se derrama sangre, se liberan miles de conejos en honor a un guerrero, y regresa el veterano. Las guerras se pelean con pocas armas, con miserable condescendencia y mucha valentía. El arte del levantamiento es un reflejo de lo amorales y bestias que al final somos. Yo por mi parte, mis queridos hermanos, voy al campo de batalla, a la lucha infernal con los demiurgos, me llevo todo lo poco que tengo. Piensen en mí como un caballero honorable que lucha hasta el final, y que seguramente se entregará a la muerte ante mil demonios que sin duda lo devorarán a colmillo limpio. Parto a la guerra por que así lo deseo, no llevo armas, no tengo la condición física, no sé estrategias ni conozco al enemigo, pero el honor mis amigos, el honor es con lo que cargo, la humildad de mis miserias será mi alimento. Necesito de su comprensión y sus consejos, de su pañuelo blanco para despedirme en el puerto y las palabras correspondientes para desearme un buen viaje al inframundo. A mi regreso, si es que sucede, mostraré orgulloso mis heridas de guerra, mi locura de haber visto al enemigo y tal vez derrotado o triunfado pero siempre como un buen veterano. Saben bien mis buenos lemures, que es mi destino, mi fracaso y mi camino, llevar la paz y dejar las tripas si es posible. Los llevo en mi baúl y en mi pecho, los pensaré al centro de una terrible matanza y tal vez les escriba de nuevo para darles mi oraciones. El hombre queridos, el hombre es la principal herramienta de los Dioses, jugamos papeles absurdos que al final nos hacen llorar, gritar y balbucear himnos nacionales. Así, los dejo, esperando sus buenas intenciones y comprensión ante tan arriesgada hazaña, pero ustedes que me conocen como el polen a los pétalos, deben de saber que es mi naturaleza, mi propia guerra y mis últimas fuerzas para dejar de pensar en el pasado y en el futuro, porque en la batalla, sólo hay un día y es el que estás viviendo, sobre vivencia. El guerrero no se oculta, se interna en las más terribles formas y deja sangre, extremidades, sueños, glorias, miedos, es por eso que quiero luchar. Entonces amigos, levanten sus manos al aire y griten para despedirme. Se avecinan momentos de guerra. Los amo, y que el cosmos decida de nuestras fortunas. Así se han levantado imperios. Queda siempre de ustedes, su guardián, su amigo, su hermano, y con todo mi amor, me voy silbando aquella melodía que alguna vez bailamos en la sábana de una noche violenta.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Desgarrador!!!!!!!!!!. Al leerlo no pude evitar sentir un ligero dolor en el corazón, y una extraña sensación estimulando mi valentía inservible, no se si puedo y no se si deba pero en definitiva me solidarizo desde mi fugaz realidad a tu causa...