lunes, junio 25, 2007

El detective salvaje.

A mí y a otros cuatro estudiantes de literatura, Lamberto Limones (mexicano),Klaus Sandhurt (uruguayo), Bernardo Franco (español), nos unía más allá de otro motivo u ocación sentimental, nuestra fascinación por la obra del escritor chileno Roberto Bolaño (Los detectives salvajes, El gaucho insufrible, Putas asesinas) , la fama del extraordinario novelista crecía en los ámbitos internacionales (Herralde, Rómulo Gallegos). Nos sabíamos sus libros de memoria -ahí andábamos anunciando cual máximas- sus disparates de eterno peregrino, sus fabulosos crímenes pasionales, la atrocidad de sus múltiples invocaciones, sus notables simulacros de persecución literaria. Lamberto Limones el mexicano preparaba un censo de los personajes de la obra Bolaña, Los Detectives Salvajes, para una universidad del Paso Texas. Bernardo Franco, especialista en poesía inframundista (Mario Santiago, Bolaño, Burgos Pla) decía haberlo visto una vez en la cineteca nacional de Barcelona. Klaus Sandhurt en ese entonces preparaba su tesis: El nuevo novelista hispanoamericano: un travelling intelectual por la obra de Roberto Bolaño. Klaus Sandhurt entre otros oficios, pues dirigía también una tienda de videos, había asesorado a Margarita Mondrego en la traducción de Amberes en el 2001. Decidimos ir a buscarlo. Nuestros únicos datos eran: Barcelona, Anagrama y un fotograma suyo en una de sus novelas. Klaus Sandhurt, quien se consieraba poseedor de una gran noción poética del fenómeno del travelling, o la persecución de escritores, por cuestiones de trepidismo sugirió nos fuera suficiente su locación geográfica, una fotografía y su casa editorial - tal y como sucederia en una novela de Bolaño - decía con entusiamo. Tomamos un vuelo a Barcelona, ahí nos encontramos con Bernardo Franco. Sandhurt aseguraba, Roberto Bolaño estaría orgulloso de nosotros. Una vez en Barcelona, fuimos a su editorial, Anagrama, solicitamos una cita con Jorge Herralde. Ante la negativa de nuestra petición, le informamos a la secretaria de nuestras intenciones de encontrar a Bolaño. El señor Bolaño está muerto, nos dijo la secretaria con una abominable seriedad, como si en algún punto de la conversación nos hubiéramos burlado de ella.

2 comentarios:

Neónidas: dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

Nostalgia, tributo a nuestro hermoso Bolaño. Un texto bello que hubiera podido ser del mismísimo García Madero. Nos queda su travelling y sus novelas, sus cuentos, su poesía, su cosmos y los real visceralista. Una ola por el gran latinoamericano de nuestra época. Precioso, simplemente precioso texto.