Hacia inicios de los años noventa la Casa Neónida entró en una crisis, una de sus tantas, cabe anotar. Por consenso acordamos que el núcleo de la problemática se hallaba en que al Neonadesmo, o Actitud Neónida, le hacía falta cierta legitimidad científica. Fue por este motivo que los cuatro acordamos ingresar al estudio de cuatro disciplinas equidistantes que pudieran otorgarle algún valor agregado al movimiento. Puesto que esa noche los cuatro ya estábamos bastante ebrios, decidimos echarnos la suerte de nuestros futuros académicos en un concurso de eructos; así fue como me vi comprometido a estudiar Economía y Finanzas, Ghêräto a incursionar en el campo de la medicina, el Rexh a despertar sus habilidades arquitectónicas y Warpola a interesarse por el pasado amerindio desde la óptica de la etnohistoria. Cada una de nuestras aventuras fue singular y es digna de relatarse; sin embargo, para el caso, me apetece la de Warpola, quien esa noche se quedó, según él, con la peor y más aburrida de las disciplinas tan sólo porque su capacidad de eructar se hallaba disminuida por el consumo de ciertos fármacos alópatas, hoy retirados del mercado. Pese a sus berrinches, condujimos a Warpola a inscribirse a la ENAH (Escuela Nacional de Antropología e Historia), en donde pasó cuatro años, más uno extra de Servicio Social, inmerso en el desciframiento de códices, congresos de americanistas y reinterpretaciones simbólicas de ciertas prácticas rituales vigentes en la Sierra Tarahumara. Los años de Warpola como estudiante de la ENAH son recordados en dicha institución como un penoso inventario de disparates y descrédito a las autoridades; por ejemplo, todos los compañeros de su generación recuerdan el primer día de clases cuando se presentó totalmente desnudo, según él, con la intención de defender la teoría de Leonard Carringhton en torno al poco uso de ropas en los pueblos mayences del Periodo Formativo Temprano, o el plebiscito al que convocó –con férreos argumentos (sustentados en su interpretación del Códice Florentino) que el Colegio de Profesores tuvo que derribar con la formulación de una ponencia titulada "Algunas Aclaraciones Sobre La Fiesta de la Veintena Huey Tozoztli" (Presentada en el XIII Congreso de Americanistas de Lima, publicada en López Austin Alfredo y Graulich Michel, "Algunas Aclaraciones sobre la Fiesta de la Veintena Huey Tozoztli", FCE, México, 1993") –para el sacrificio del entonces rector Enrique Florescano por resultar una encarnación del mismísimo dios Xipe, lo cual incluía su desollamiento postmortem y la obligación de Warpola, como sacerdote en turno, de vestir sus pieles y repartir bendiciones a sus colegas con golpecitos en la frente provenientes del fémur recién extraído del decano. Por suerte el Colegio de Profesores tuvo algo de seso y logró deshacerse de Warpola hacia el final de los estudios de éste enviándole como asistente de Linda Schele, profesora de estancia, a su práctica de campo en el desciframiento de los jeroglíficos mayas. Schele y Warpola hicieron buena mancuerna porque se hallaron mutuamente en el alcohol, ya que Schele tenía problemas controlando su consumo y Warpola nunca ha rechazado un buen vaso de whisky, o los que fueran. A Schele le parecieron pertinentes algunos de los postulados de Warpola sobre la lectura de las estelas en los sitios de Copán y Palenque, sobre todo, e incluso llegó a tratarlos en el último de sus libros "The Code of Kings" (University of Texas in Austin, 1998). Ciertamente existieron disputas, particularmente cuando se trataba de la actitud que debía tenerse frente a las comunidades de indígenas mayas que les hospedaban ya que Warpola, me consta que con la mejor de las intenciones, tentaba a los viejos sabios del pueblo a tratar las drogas de diseño y escuchar el IDM de occidente a cambio de que le confesaran la receta para preparar las hierbas que le asegurarían, al menos, una conversación con los dioses antiguos. Fue justamente a partir de una de estas experiencias, cuando Warpola consiguió por la ayuda de una matrona chamula preparar adecuadamente la Sabia Lacandonensis, que Linda Schele puntualizó su teoría en torno a las inscripciones del sarcófago de Pacal El Grande. Warpola había puesto algo de Lacandonensis en el whisky de Linda y en una alucinación compartida, ambos lograron ser conducidos en una piragua a través de la Vía Láctea para presenciar la resurrección de Pacal desde la Tortuga del Universo; ebria, Linda resbaló por la borda de la piragua y estuvo a punto de precipitarse hacia una marejada de leche y sistemas, Warpola y otros dos tripulantes de la barca -un mítico simio aullador, que representa la fertilidad para los mayas, y una iguana -tuvieron que rescatar a la doctora de su inminente caída hacia Xibalba, o el país de los muertos. Cuando la droga hubo pasado -pero no el alcohol porque Linda nunca dejaba de beber -la estudiosa invitó a Warpola al coito; pero este se negó porque, según él, nunca follaba con mujeres obesas. Esta fue la razón del porque Warpola no acreditó la carrera de Etnohistoria en la ENAH.
Tiempo después los Neónidas decidimos reabrir la Casa Neónida hacia finales de los noventa una vez que todos hubimos fracasado en nuestro proyecto de darle al movimiento cierta legitimidad científica. Yo concluí Economía y Finanzas en el London School of Economics, pero me retiraron la licencia por haber cometido un cuantioso fraude como corredor de bolsa en Hong Kong, mismo que aún sigo penando; el edificio que diseñó Giusseppe Rexh para la sede de la HSBC en Dubai tuvo que ser demolido a los tres meses por "Inutilidad Estructural", según publicaron los diarios; y en cuanto al pobre Ghêräto, no conviene detallar las consecuencias a las que llegó su negligencia médica, mismas que le llevaron a abandonar Burkina Faso porque los nativos de la comunidad en la que se hallaba realizando sus prácticas reclamaban su cabeza. La razón por la que ahora cuento la historia de Warpola se debe al recuerdo que hace poco vino a mí de cuando en la Casa Neónida me levanté muy de mañana y hallé al lemur Elio Tomasso mordisqueando un diario que le arrebaté para hojear: era un diario maya, con antiguos caracteres mayas y a modo de fotografías estaban aquellos famosos trazos de los códices o las estelas, conjunto todo que al final no entendí. En eso estaba cuando Warpola bajó para desayunar y me halló con el periódico en las manos, entonces me lo quitó y dijo -¿porqué está mordido? –yo le expliqué que Elio Tomasso lo había utilizado para ensayar su dentadura a lo que Warpola arremetió con un periodicazo a la cabecita del lemúrida -¡No se muerde!- reprendió enérgico Warpola, y Elio Tomasso huyó hacia el jardín y la casa que tenía en el cerezo a jugar con otros artilugios que nos había robado, acto seguido se sentó Warpola con un plato de Zucaritas y se puso a leer su periódico en maya. -¿Qué lees?- le pregunté al Magíster y este me contestó algo en Tzotzil antiguo que después me indicó era algo así como el "Xibalba Review", continuó silencioso su desayuno y en un momento exclamó -¡Carajo!, ¡Palenque perdió tres a cero con Calakmul en el mundial de Juego de Pelota! –yo preparaba café y fruncí el ceño para pedir explicaciones; pero Warpola sólo se levantó y me dijo –olvídalo, estaré en el inodoro si me necesitan –y se fue a encerrar con el Xibalba Review a enterarse de noticias, golpes de estado y chismes que habían tenido lugar hace más de mil años en la selva del sureste mesoamericano, o que tal vez siguieran ocurriendo en un algún sitio mítico, tan oscuro como olvidado.
Tiempo después los Neónidas decidimos reabrir la Casa Neónida hacia finales de los noventa una vez que todos hubimos fracasado en nuestro proyecto de darle al movimiento cierta legitimidad científica. Yo concluí Economía y Finanzas en el London School of Economics, pero me retiraron la licencia por haber cometido un cuantioso fraude como corredor de bolsa en Hong Kong, mismo que aún sigo penando; el edificio que diseñó Giusseppe Rexh para la sede de la HSBC en Dubai tuvo que ser demolido a los tres meses por "Inutilidad Estructural", según publicaron los diarios; y en cuanto al pobre Ghêräto, no conviene detallar las consecuencias a las que llegó su negligencia médica, mismas que le llevaron a abandonar Burkina Faso porque los nativos de la comunidad en la que se hallaba realizando sus prácticas reclamaban su cabeza. La razón por la que ahora cuento la historia de Warpola se debe al recuerdo que hace poco vino a mí de cuando en la Casa Neónida me levanté muy de mañana y hallé al lemur Elio Tomasso mordisqueando un diario que le arrebaté para hojear: era un diario maya, con antiguos caracteres mayas y a modo de fotografías estaban aquellos famosos trazos de los códices o las estelas, conjunto todo que al final no entendí. En eso estaba cuando Warpola bajó para desayunar y me halló con el periódico en las manos, entonces me lo quitó y dijo -¿porqué está mordido? –yo le expliqué que Elio Tomasso lo había utilizado para ensayar su dentadura a lo que Warpola arremetió con un periodicazo a la cabecita del lemúrida -¡No se muerde!- reprendió enérgico Warpola, y Elio Tomasso huyó hacia el jardín y la casa que tenía en el cerezo a jugar con otros artilugios que nos había robado, acto seguido se sentó Warpola con un plato de Zucaritas y se puso a leer su periódico en maya. -¿Qué lees?- le pregunté al Magíster y este me contestó algo en Tzotzil antiguo que después me indicó era algo así como el "Xibalba Review", continuó silencioso su desayuno y en un momento exclamó -¡Carajo!, ¡Palenque perdió tres a cero con Calakmul en el mundial de Juego de Pelota! –yo preparaba café y fruncí el ceño para pedir explicaciones; pero Warpola sólo se levantó y me dijo –olvídalo, estaré en el inodoro si me necesitan –y se fue a encerrar con el Xibalba Review a enterarse de noticias, golpes de estado y chismes que habían tenido lugar hace más de mil años en la selva del sureste mesoamericano, o que tal vez siguieran ocurriendo en un algún sitio mítico, tan oscuro como olvidado.
La Doctora Linda Schele falleció en 1998 durante el proceso de desintoxicación; muchos estudiosos no dudan en considerar su importancia al lado de figuras como Thompson y Prouskuriakoff, a Schele debemos enromes logros en el desciframiento de la escritura maya . Elio Tomasso murió el mismo año, sólo que por razones menos nobles.
3 comentarios:
GRan texto, que forma de areactivar los sentidos Neonidas,gran calidad, ya se nos andaban iendo a la mierda. Resusitación.
ah!!...qué puedo decir...estos es grandioso...todavía recuerdo a Linda y sus proyecciones ninfómanas, tanto de que hablar, tantas nostalgias, es demasiado bello...demasiado. La casa neónida nunca va a regresar a lo que era a principios de los noventa, y el bello de Elio, todavía me sudan las manos cuando pienso en sus mordiditas. Esto es una verdadera gloria, maestro sólo tú sabes revivir tantas cosas tan memorables te amo y te añoro con intesidad de meteorito en brama. Gracias por desnudarme en el texto y hacerme sentir como un verdadero pastoso y vacuno intelectual...jeje!!...por cierto...todavía mantengo la foto de generación del ENAH, el desnudo seguirá en los anuarios por siempre. Dos besos!!
Aquella hermana que me vendio Carlitos y que luego te cambie por 15 camellos cargados con sacos de sal está dando sus regalías. Es verdad la casa Neónida tiene su cede en el palacio farmacéutico de las 24 horas.
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