Fue el 92 en ciudad de México, en su gira "From here to Eternity" cuando vi a Iron Maiden. Habían pasado solo unos meses desde el lanzamiento de su nuevo álbum (Fear of the Dark), y la figura de Eddie (Mascota de la Banda) había sido renovada por una mucho más terrorífica. Había muchas expectativas en torno al concierto. La banda había tenido conflictos por ciertas acusaciones de una organización católica que los denostaba como "servidores de satán", y el evento había estado próximo a ser cancelado. El espectáculo abrió con el sencillo "be quick or be death", había que ver la excitación del público agitando las cabelleras, gritando, extasiados con el sonido metalero y con la voz penetrante de Bruce Dickinson. ¡Como chillaba la guitarra de Dave Murray! ¡Y los solos de Nicko MacBrian en la batería! Había un fuerte olor a marihuana y cerveza en el lugar, unos chicos se estaban partiendo la cara a mi lado, uno reía como desquiciado mientras la nariz le sangraba. A la mitad del espectáculo emergió desde detrás del escenario el inflable de Eddie, chorreando sangre de la boca. ¡Uno de los últimos buenos conciertos en D.F! Los años siguientes la industria del espectáculo se encargaría de joderlo todo. Rock para maricas, para jovencitos indie que pasan horas frente al espejo procurándose una falsa alteridad. A pesar de ser escasa la oferta de eventos a principios de los noventa, el espíritu era auténtico. Dan ganas de vomitar nadamás con ver lo que ha sucedido con el rock en esta ciudad y probablemente en el mundo. Mi generación se perdió en la cocaína, algunos se hicieron seguidores de las carreras de autos y de las revistas de motocicletas, los demás consiguieron empleos de mierda donde escuchan en pequeñas grabadoras cassetes de Judas Priest. Aquél gran concierto cerró con el tema "Weekend Warrior", Janick Gers arrojó al público una pedalera, dicen que le abrió la cabeza a un chico de dieciseis años, estaba muy ebrio. La semana pasada mi sobrino me invitó al concierto de una banda nueva, Keane o una mariconería por el estilo. Escuchamos dos canciones y nos largamos del lugar, una banda de verdad asquerosa. Terminamos en un Table Dance del centro, creo que fue la primera vez que Julito (mi sobrino) tocó a una mujer, tiene trece años.
martes, abril 03, 2007
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