martes, marzo 13, 2007

DE ÚLTIMA HORA: Regresan cuatro de los veinte expedicionarios que fueron tras la Rata Emperatriz en 1986.

Marzo 14, 2007. (NOTIMEX): Ayer por la tarde la agencia de noticias UKZ, tuvo contacto con Jeremías Vera Iturbide, Ramón Sereno Berinstein y Gastón Antonio Soledad, únicos sobrevivientes de la expedición que partió en 1986 por los sistemas de drenaje subterráneos de la Ciudad de México en busca de la posible Rata Madre, o Rata Emperatriz, de la que se decía; gobernaba una confederación hipógea compuesta de hordas interminables de nauseabundos roedores desde tiempos de los aztecas, según las fuentes. Para el 86 se había reunido (después de arduos esfuerzos de propaganda y convocatoria entre la sociedad civil en general) un grupo piloto de aventureros dispuestos a internarse hasta los rincones más remotos de nuestro sistema de cañerías. Así se lanzaron en servicio punitivo y para bien de nuestra sociedad, protegidos por un escuadrón militar especializado en servicios de higiene. En el grupo comando "milano 86"-constituido por una veintena de temerarios- había dos médicos, un militar, dos estudiantes de antropología, dos ministros mormones, un ama de casa (experta en matar ratas a escobazos), un vagabundo, un ex-presidente, un poeta, dos policías de la PFP, el ganador de un reality show, una botarga de un dinosaurio morado, un japonés vendedor de fotocopiadoras, un estudioso de roedores, una mujer embarazada y una reconocida ambientalista. Partió la tropa por los ductos colindantes a la avenida Industrialización, con la esperanza de hallar en los próximos días a la soberana del submundo. A los quince días de haber partido se perdió contacto con la tropa, a los dieciséis un niño reportó unos ruidos de voces enloquecidas debajo de una coladera de la calle Argüedas, y a los dieciocho días se les dió por muertos. Esos serían apenas los primeros instantes de la tropa en ese agujero de podredumbre. Jeremías Vera -policía y último líder del grupo- narró para UKZ noticias, la manera en la que cayeron algunos de sus compañeros. El primero en morir había sido la botarga, el saurio de gomaespuma quedó atorado en la boca de un túnel de desagüe, pereció asfixiado. El ama de casa y el ganador del reality show simplemente se extraviaron, se cree que en uno de sus fugaces distanciamientos -mismos que aprovechaban para encender el fuego de una pasión escatológica- simplemente confundieron el camino de vuelta. El pequeño ejército que protegía a nuestros osados héroes, sucumbió - según Jeremías Vega- al caer en una alberca de desperdicios, el alto grado de toxicidad no les permitió siquiera dar unas cuantas brazadas. Todo esto ocurrió durante los primeros diez años, tiempo que administraron en la tarea de extirpar diversos focos y centros importantes donde procreaban los roedores. Ocasionalmente eran atacados por un frente belicoso de feroces carroñeras, a los cuales vencieron empleando diversas tácticas de combate. En el trayecto hallaron: perros callejeros, diversas especies de murciélagos, gatos, motores de automóviles, una estatua de Manuel Ávila Camacho, montones de libros, conglomerados de polímero, llantas, una familia momificada, un excéntrico profeta del subsuelo, piezas metálicas, la osamenta de un triceratops, una lancha de motor, y objetos de los más peculiares. Gastón Antonio -el otro sobreviviente y estudiante de antropología - declaró haber presentido, después de 15 años de andar por aquél infierno, la presencia de la Rata Madre. A pesar de alimentarse con la carne de las ratas muertas y de beber agua hervida, manteniendo una dieta rigurosa, el escuadrón se mantuvo bríoso y con ánimos de ultimar su misión. Los ministros mormones desaparecieron al fondo de una tubería kilométrica, avisaron al grupo que ellos irían de regreso a su epicentro, alcanzarían su destino en un largo peregrinaje subterráneo, llegarían algún día a Salt Lake City para comunicar las intenciones del equipo al buen Dios. A pesar de estas invaluables pérdidas, el equipo se mantuvo imperturbable. Todo estuvo al borde del derrumbe el día en que hallaron el cadáver del ex-presidente, tenía una mordida enorme que le había partido en dos el vientre. La Rata Emperatriz estaba cerca. Ramón Sereno - poeta y tercer sobreviviente- compartió con la audiencia de UKZ noticias el terror que había padecido allí abajo. Eran tan fuertes los recuerdos, que el aeda no pudo evitar caer en un lirismo desbordante, "¡La vimos, a la infame servidora de Satán, una rata gorda, enorme, del tamaño de una minivan, toda despellejada, llena la piel de erupciones purulentas, la dentadura sangrante y la boca salivando un fluido con coágulos oleaginosos, estábamos en el séptimo círculo, nos habíamos despeñado desde un brocal demoníaco hasta sus fauces de loba regia!" dijo entre otras cosas el poeta Ramón Sereno. Su lucha fué inútil, tuvieron que huir despavoridos y al poco tiempo -sin duda favorecidos por la divinidad- encontraron la salida. Ahora nos queda solamente el conocimiento testimonial de un demonio que respira bajo nuestros pies. Será responsabilidad del actual Gobierno del Distrito Federal, elaborar un nuevo y efectivo proyecto para ir en busca de la pestilente Rata Madre.

Aproximación a las proporciones de la Rata Emperatriz hecha por el GDF de acuerdo con los testimonios de los sobrevivientes de la expedición Milano 86. (Foto: NOTIMEX)

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