lunes, marzo 12, 2007

Teoría neónida de la Segunda Anunciación.


Rómulo Celso, figura deiforme de pies ligeros, con su espada de fuego y pomo de manzana, leyó una minúscula diapositiva con las siguientes indicaciones:

[The Ritz ,15 Place Vendome ,París,Francia. Discreción y Cautela]
Al enorme arcángel bicéfalo, con cola en terminación de pluma, no le fue difícil dar con el famoso complejo nobiliario.
El Arcángel se acercó al ovalo urbano y comenzó su importante operativo. El target principal del coloso de crema de nube era una estudiante japonesa de la liga nacional de Ping Pong tokiota, la cual se quedaba en el Ritz de París con su padre debido a un viaje de negocios; Rómulo Celso sería el emplumado heraldo quién le anunciaría su participación en la segunda venida de Cristo.
En primer lugar había que dar con su locación; debido a la excelsa protección de los ventanales a Rómulo Celso le fue imposible la clásica intervención nazarena donde el ángel da su anunció por la ventana. Teniendo en cuenta las dificultades que traía el blindaje a su operativo decidió tomar la complicada médula formulada por los múltiples ductos de aire acondicionado.
Los Neónidas por motivos fuera de nuestro entendimiento bursátil se encontraban en una de las habitaciones del hotel, aquel elegante recinto era famoso en los ámbitos internacionales por la estancia del borracho escritor Ernest Hemingway; los cobertores de lino y estampado de cereales pertenecientes al ideario agrícola inglés, las antiguas lámparas de cabecera, las adecuadas pérgolas de diamante…El tranquilo aire clasicista era arruinado por el brillante e insolente ateneo Neónida.
Los cuatro leían con paciencia hojas de hierba de Walt Whitman.
Uno bebía ajenjo; otro té de trébol blanco, uno sólo leche de clavel y pimienta blanca y un último Scotch en grandes cantidades.
Primero se discutió entorno a la buena ventura en lo vapores de aguanieve en la probable localidad glaciar Osamenta Pingüino. Discutieron acerca de una posible embotelladora de niebla en Oslo. Luego hablaron del incendio de una cama de lirios negros y de los indiferentes mariscos que habitan el cosmos. También estaba ahí con ellos, Elio Tomasso el lémur del ateneo bebiendo leche y dientes de león. Ha de suponerse que la cámara habitacional era un desastre. La sesión como casi cualquier evento de participación Neónida se distinguía por sus dotes informativos y de descomposición humana.
El arcángel pálido como la brisa del interior de una concha blanca se dispara cual dardo de viento y cola de plumas por las faringes donde la ventilación; Rómulo Celso a alta velocidad buscaba una solución lógica para evacuar de una forma correcta su larga fuga por las redes coaxiales del complicado sistema de aire acondicionado. Confundido, en un equívoco magistral hace su aparición a los Neónidas licuándose por el panel de ventilación de la habitación donde el ateneo daba lectura a Whitman.
Los Neónidas escucharon en la colmena de hierro desde donde se enfriaba la habitación un rumor de caída de teclas de piano, el intranquilo sonido se asemejaba a la separación de una dentadura de campanas blanca contra los ductos de hierro; los Neónidas estaban por descubrir que aquel ruido cercano al panel de aire acondicionado no era más que el paso del pomo de manzana de la espada de un arcángel mayor. Ante aquel ruido los cuatro, desconociendo por cuestiones temporales aquel hecho decidieron esconderse bajo la cama. Fue entonces que Rómulo Celso hizo su aparición en el reciento tomando la figura de un gran búfalo blanco o bicéfalo centenario, ahora con un terrible resfriado, acarició su barba de cebú mientras veía al huérfano Elio Tomasso. Siendo el ángel, un terrible estudiante de anatomía humana y padeciendo serios traumas pélvicos debido a su trayecto por los canales de aire helado, confundió al lémur Elio Tomasso con la joven japonesa, anunciando así a los a los Neónidas y al cachorro lémur la próxima parusía. Una vez el arcángel recuperado de la agitación de su helada vorágine vio a los cuatro escondidos debajo de la cama, al contemplar tal grado de descomposición humana cayó en cuenta de su severa equivocación a lo que pidió atentas disculpas y tomando una forma etérea volvió a las cavernas de aluminio en búsqueda de la verdadera estudiante japonesa
A los Neónidas si bien les parecía atractivo sabotear la segunda venida de Cristo, a su mismo modo les inquietaba continuar con aquella su extraña reunión, así que decidieron quedarse a leer a Walt Whitman en la habitación del hotel.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

seguro, es algo que los neonidas harían ante la llegada de cristo, leer un poco de poesía y dejar pasar la salvación por un buen tiempo, en hora buena!