domingo, marzo 25, 2007

Sudamérica.


a Ghêrathö dae Andeonimnvba


En 1988 el bebé Carlo Bonetti, mejor conocido como "Elly el de los anuncios para la Gerber", logró despertar la ternura en los corazones de miles de madres argentinas primerizas. Con sus ojitos azules, perdidos entre los puñados de carne de unas mejillas regordetas y rosáceas, desde el Cinturón de la Tierra del Fuego, pasando por la capital porteña hasta, incluso, las reprogramaciones traducidas de la TV Globo en Sao Paulo, no hacía más que despertar las ganas de niñas y mamás por llegar a arrancarle de un mordisco un pedacito de carne tierna y suavecita; tales eran los efectos que Elly provocaba en el público vespertino tan sólo por babear menos de quince segundos, tomar un cucharada de estofado de carne y embarrarse la boca para después golpear la periquera con el plato y balbucear encantadores monosílabos. Así todos queríamos que nuestros hijos fuesen como Elly, bebés Gerber sanos, gordos y sonrientes; porque eso sí, Elly nunca lloraba, era un niño soñado que te hacía apostar a que en la calle iría coqueteando a los extraños con la misma naturalidad de los anuncios, y acaso tendrías la suerte de extenderle tu dedo mientras bajaban las escaleras eléctricas del Centro Comercial, entonces él lo empuñaría con su manita de la misma forma que hacía con las cucharas de la papilla. En fin que el bambino ya era toda una suerte de estella, una minita de oro para sus papis que firmaron luego contratos con Parmalat, Gelato y Pampers, y ahí tenías las pompis todo porciento mordibles del bebo felicísimo que pataleaba mientras le aplicaban talco, "¿Querés un bebé contento? sin rozaduras; comprá Pampers y listo, tenés popmis contentas". Así hasta aquél enero del 89 cuando la Argentina entera se conmocionó por las nuevas que dieron en el noticiario de la noche: Elly, el de los anuncios para la Gerber, había sido secuestrado mientras dormía en su residencia de Palermo. Los papis no estaban, con la plata que les dejaba el bambino se habían hecho de buenos amigos y los habían invitado a cenar; en Palermo estaba la sirvienta, claro, pero esta no sabía cómo el bebo desapareció de su cuna en donde le había dejado bien dormidito, ¡mentira! que a la semana se había logrado comprobar la complicidad de la vieja cuando le atraparon en la frontera intentando cruzar para Montevideo. Como le habían pasado reporte a la Interpol encontraron al peque bien rápido, a menos del mes, y para no hacerles el cuento largo fueron a hallarlo hasta lo más lejos, en Colombia. En el aeropuerto de Bogotá detuvieron a los padres falsos que paseaban a Elly en una carreola con parasol y todo, hasta llevaban la pañalera con sus ropitas y mamilas. A Elly o a lo quedaba de él, porque al pobrecito lo habían vaciado por dentro para retacarlo de cocaína y regresarlo a Buenos Aires, Dios sabe qué hicieron con sus órganos o a quien se los vendieron; corazoncito, riñones, hígado, todo fresco de un bebé sonriente que en su carreola no babeaba ni reía encantadores monosílabos, dormía Elly, qué casualidad. Habían hecho buen trabajo los hijos de puta de los taxidermistas o lo que carajos fueran; dijeron los de Interpol que lo del bebo pasaba bien desapercibido, que no andaba ni moradito ni hinchado, nada, ni siquiera olía; nomás la rareza de que un peque tan famoso y tan parecido a Elly anduviese tan tranquilito. Cuando recibieron la noticia, las madres argentinas se indignaron y salieron a Plaza de Mayo con veladoras como si aquello fuera una rememoración de todos los hijos muertos, otra vez; pero como hace siempre el pueblo argentino, no sea con sus muertos pero con sus estrellas, que bien se congregaron ahí varios miles como si aquello se tratara de Evita o Maradona. Resulta extraño ahora que pienso en Elly coqueteando con sus secuestradores con la misma naturalidad de los anuncios, ¿qué a poco esos cabrones no se enternecieron ni tantito antes de ponerle la anestesia y abrirlo? Y pues nada, que esta es básicamente la historia de Carlo Bonetti, de Elly el de los anuncios para la Gerber, pues.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Asesinos; temibles homicidas de laguna blanca. Pobre del Gordito Parmalat, quien iba decir.... Genial, siniestro, mala onda. Jo Jo

Neónidas: dijo...

Conoce usted la historia del bebe de los pañales pampers, o de la chica de wonderbra, son por igual relatos funestos, de tintes oscurantistas y demoníacos...

Anónimo dijo...

fue tal el impacto que hasta se me antojo ir a comer un Gerber de manzana, claro que no en mi casa, sino en uno de esos nuevos restuarantes "chick"