jueves, marzo 29, 2007

Hollywood


Conocí a Jean Claude durante la filmación de Bloodsport (Contacto Sangriento, 1988) Vestido en una bata de seda, me recibió en su camerino mientras concluía una llamada telefónica. - ¡Una empresa privada quiere hacer muñecos de acción con mi firma!, ¿lo puedes creer? ¿Eres el chico de la Time no?- me preguntó enfrentándome con su corpachón escultural. Para aquél entonces yo me dedicaba a hacer entrevistas menores a artistas que apenas se hacían notar, era para la columna "New talents", un apartado que terminó desapareciendo en el noventa y cuatro. Van Damme estaba despertando interés en los círculos del cine de acción, y unos rumores acerca de su alcoholismo lo hicieron figurar en un par de periódicos de la costa oeste. -Nos vemos en el Olympia a las ocho... tengo trabajo chico, la gente cree que esto de hacer cine es algo fácil, pero...- me acompañó hasta la puerta y me dió unas palmadas en el hombro.
Llegué al Olympia puntual, el lugar era un cabaret de cierta clase, con fotografías de Audrey Hepburn y futones aterciopelados. Van Damme bebía un bourbon mientras una chica paseaba su mano por la entrepierna del coloso. Cuando me reconoció, despidió a la chica con un movimiento de la mano y se puso de pie. -¡Muchacho llevaba rato esperándote, venga esa entrevista, dispara las preguntas!- Hablamos tendido sobre diversos temas, sobre Steven Segal, Chuck Norris, sobre su infancia en Bélgica, incluso antes de terminar me ofreció invitarme la noche con la chica que bailaba en el tubo. Era un tipo carismático, y sí, tenía problemas con el alcohol. Tuve que alterar sus respuestas porque hubiera sido impensable transcribirlas directamente, cualquiera habría pensado que se trataba de un idiota, y es que Jean Claude tenía dificultades para ordenar sus pensamientos. Además, su inglés no era muy fluido, acentuaba sus frases cada cierto tiempo aportándole un estilo marcial a su discurso. Años más tarde Silverster Stallone me confesaría en un set de Los Angeles, la lástima que le inspiraba Van Damme.-¡Un caso perdido chico, un caso perdido!- Al salir del Olympia, noté como las chicas se burlaban de él a sus espaldas, ridiculizaban la rudeza del héroe, le gritaban cosas que él no entendía. El se giró más de una vez para mostrarles su enorme miembro. Las chicas reían. Salió el gerente del lugar a poner orden y nos saludó desde la puerta. De pronto Van Damme se cayó golpeándose la frente con el concreto. Estaba muy ebrio. Alcancé a escucharlo balbucear - ¡Oye muchacho, sabes que una empresa privada quiere hacer muñecos de acción con mi firma!, ¿lo puedes creer?-

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