El aburrido oficinista Capetillo Buenrostro se quedó en las oficinas generales con motivo de completar un reporte.Capetillo estaba completamente solo en el departamento de finanzas cuando decidió mediante la ayuda prensil de un garfio diamantino saquear el corcho de alcornoque de una botella de Champagne; en un abandono total de sus deberes de oficinista mayor decidió buscarse a sí mismo en los nervios de la red.
Muchos Capetillos del mundo aparecieron en su pantalla. Imágenes, localidades de Belice, y videos. Capetillo pensó en la posibilidad de que hubiese un video suyo en la red. E ahí cuando Capetillo recordó haber participado de una forma mediana en una producción para la televisión.
En sus edades tempranas Capetillo Buenrostro vivía en Sagra la Piadosa, Brasil –Gran República Bananera – en compañía de su padrastro, el notable contramaestre Capetillo Guzmán, temible dictador nacionalsocialista dedicado a la explotación de negroides en las inmensas plantaciones de tabaco rubio.
Los domingos, en la filmoteca de Sagra la Piadosa, el joven y hoy esplendoroso divo bursátil, Capetillo Buenrostro, asistía a un círculo de presentaciones de nuevo cine europeo. Buenrostro era un asiduo seguidor del siniestro corpus visual de los telefilmes de Larry Cohen autor de epopeyas sardónicas de la talle de DIAL RAT FOR TERROR (1972) o IT'S ALIVE (1979); ambos títulos, componentes de la saga –El magisterio de lo horrendo de Larry Cohen – ; la colección se componía de obscuras filminas entorno a un bebe asesino de carácter multiforme suelto en los geriátricos de la pacífica Nueva Inglaterra , los escandalosos filmes se acompañaban por las terribles melodías del ´´Gran basilisco del órgano de dos pisos´´: Bernard Herrmann. Capetillo en esa época moría de ganas por participar en una producción cinematográfica, soñaba el jovencito con ser actor.
Buscando alquilar un tándem en el diario local, encontró su gran oportunidad: podría participar en el mercado de videotapes. Producciones Tarántula solicita: Atrevidos jóvenes blancos para negra ocasión fílmica, Jorge Seu Caimán. Capetillo, Boquirrubio idiota no sabias en que líos andabas.
El casting fue en un desembarcadero de bananos de la Fruit Co; lo primero que se le pidió fue que se desnudara. Buenrostro, lector del Tesoro de la Juventud y distinguido admirador del gran novelista de aventuras juveniles Mark Twain, recordó los memorables episodios de muchachitos desnudos jugando en la vega del rio con sombreros de sol; tenía catorce años como el gran nudista Tom Swayer; le parecía fascínate la palomilla de Little Chuck Little en The Tennesse Track o el temerario rescatista político y líder de una banda de infantes Antonio Tónico del escritor argentino J. Landa Buera. Todos alguna vez desnudos con sus compañeritos en una presa o laguna de agua blanca. Pensó en las diligencias de las múltiples aventuras de jóvenes pescadores desinhibidos en las cunas de agua dulce del Mississippi e incluso le pareció emocionate la idea de un desnudo. Ante su conocimiento general acerca de la genealogía americana de jovencitos bañistas faltos de pudor alguno, Buenrostro se desnudó sin oposición alguna. No tenía que aprender guión alguno. Naturalidad Capetillo, naturalidad.
Así comenzó su tropelio y desfortuna.
Lo que no sabía el precoz Capetillo era que el cineasta negroide Jorge Seu Caimán, soberano de la Porn-media en Río había convocado a un microfilme cuyo contenido pretendía encarnar en cuanto real la problemática y desatinos del canibalismo brasileño.
Buenrostro haría de un repartidor de periódicos (desnudo) en una comuna de feroces afroamericanos. Una vez en escena un soldado de obsidiana al que amablemente Capetín Capetillo le había entregado el diario, le pidió que se volteara, una vez Capetillo Buenrostro dándole la espalda a el brutal y esplendoroso paje de lodo, sintió repentinamente un cono de papel rebanarle los pliegues del recto.
El falso soldado, le había metido la sección deportiva por el ano a Capetillo.
Nuestro pobre Capetillo Buenrostro se resistió al acto y se echó a llorar de una forma terrible arruinado la producción.
El Gran Seu Caimán ante el escándalo detuvo la grabación y mostrando una supuesta misericordia ante la descomposición cular de Capetillo, le dijo que bastaba con que donara un empaqué de sangre a la producción y este aparecería en los créditos. Después de donar sangre, Capetillo se desmayó y no volvió a saber nada más del film de Jorge Seu Caimán. Amaneció desnudo en las inmensas plantaciones de tabaco rubio.
Unos días más tarde se entero por la prensa nacional que el cineasta había sido fusilado por haber asesinado de una forma violenta a un comerciante blanco en una pescadería de perlas y otros crímenes relacionados con la pornografía infantil.
¿Qué había ocurrido mientras dormía Capetillo Buenrostro?
No lo sabemos Capetillo…De esa noche en el embarcadero sólo queda aquella fatídica acepción en tus delicadas membranas culares que aun hoy te incomoda para jugar deportes de bastón.
Muchos Capetillos del mundo aparecieron en su pantalla. Imágenes, localidades de Belice, y videos. Capetillo pensó en la posibilidad de que hubiese un video suyo en la red. E ahí cuando Capetillo recordó haber participado de una forma mediana en una producción para la televisión.
En sus edades tempranas Capetillo Buenrostro vivía en Sagra la Piadosa, Brasil –Gran República Bananera – en compañía de su padrastro, el notable contramaestre Capetillo Guzmán, temible dictador nacionalsocialista dedicado a la explotación de negroides en las inmensas plantaciones de tabaco rubio.
Los domingos, en la filmoteca de Sagra la Piadosa, el joven y hoy esplendoroso divo bursátil, Capetillo Buenrostro, asistía a un círculo de presentaciones de nuevo cine europeo. Buenrostro era un asiduo seguidor del siniestro corpus visual de los telefilmes de Larry Cohen autor de epopeyas sardónicas de la talle de DIAL RAT FOR TERROR (1972) o IT'S ALIVE (1979); ambos títulos, componentes de la saga –El magisterio de lo horrendo de Larry Cohen – ; la colección se componía de obscuras filminas entorno a un bebe asesino de carácter multiforme suelto en los geriátricos de la pacífica Nueva Inglaterra , los escandalosos filmes se acompañaban por las terribles melodías del ´´Gran basilisco del órgano de dos pisos´´: Bernard Herrmann. Capetillo en esa época moría de ganas por participar en una producción cinematográfica, soñaba el jovencito con ser actor.
Buscando alquilar un tándem en el diario local, encontró su gran oportunidad: podría participar en el mercado de videotapes. Producciones Tarántula solicita: Atrevidos jóvenes blancos para negra ocasión fílmica, Jorge Seu Caimán. Capetillo, Boquirrubio idiota no sabias en que líos andabas.
El casting fue en un desembarcadero de bananos de la Fruit Co; lo primero que se le pidió fue que se desnudara. Buenrostro, lector del Tesoro de la Juventud y distinguido admirador del gran novelista de aventuras juveniles Mark Twain, recordó los memorables episodios de muchachitos desnudos jugando en la vega del rio con sombreros de sol; tenía catorce años como el gran nudista Tom Swayer; le parecía fascínate la palomilla de Little Chuck Little en The Tennesse Track o el temerario rescatista político y líder de una banda de infantes Antonio Tónico del escritor argentino J. Landa Buera. Todos alguna vez desnudos con sus compañeritos en una presa o laguna de agua blanca. Pensó en las diligencias de las múltiples aventuras de jóvenes pescadores desinhibidos en las cunas de agua dulce del Mississippi e incluso le pareció emocionate la idea de un desnudo. Ante su conocimiento general acerca de la genealogía americana de jovencitos bañistas faltos de pudor alguno, Buenrostro se desnudó sin oposición alguna. No tenía que aprender guión alguno. Naturalidad Capetillo, naturalidad.
Así comenzó su tropelio y desfortuna.
Lo que no sabía el precoz Capetillo era que el cineasta negroide Jorge Seu Caimán, soberano de la Porn-media en Río había convocado a un microfilme cuyo contenido pretendía encarnar en cuanto real la problemática y desatinos del canibalismo brasileño.
Buenrostro haría de un repartidor de periódicos (desnudo) en una comuna de feroces afroamericanos. Una vez en escena un soldado de obsidiana al que amablemente Capetín Capetillo le había entregado el diario, le pidió que se volteara, una vez Capetillo Buenrostro dándole la espalda a el brutal y esplendoroso paje de lodo, sintió repentinamente un cono de papel rebanarle los pliegues del recto.
El falso soldado, le había metido la sección deportiva por el ano a Capetillo.
Nuestro pobre Capetillo Buenrostro se resistió al acto y se echó a llorar de una forma terrible arruinado la producción.
El Gran Seu Caimán ante el escándalo detuvo la grabación y mostrando una supuesta misericordia ante la descomposición cular de Capetillo, le dijo que bastaba con que donara un empaqué de sangre a la producción y este aparecería en los créditos. Después de donar sangre, Capetillo se desmayó y no volvió a saber nada más del film de Jorge Seu Caimán. Amaneció desnudo en las inmensas plantaciones de tabaco rubio.
Unos días más tarde se entero por la prensa nacional que el cineasta había sido fusilado por haber asesinado de una forma violenta a un comerciante blanco en una pescadería de perlas y otros crímenes relacionados con la pornografía infantil.
¿Qué había ocurrido mientras dormía Capetillo Buenrostro?
No lo sabemos Capetillo…De esa noche en el embarcadero sólo queda aquella fatídica acepción en tus delicadas membranas culares que aun hoy te incomoda para jugar deportes de bastón.
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