Nuestro amigo y querido doctor Beto, urólogo por vocación, nos platica en su informe semanal sobre las anomalías eyaculatorias. Expone lúcidamente el caso de su paciente Carlos Capetillo Buenrostro, quien asegura "eyacular a deshoras". ¿A qué apuntan estos anacronismos seminales? ¿Eyacular a deshoras, será hacerlo mientras uno desayuna? ¿Será mojarse los calzonsillos cuando uno diserta sobre las modernas técnicas de embalsamamiento? Es -según nuestro clarividente facultativo- un guiño de excentricidad, un resultado terminante de largos ejercicios mentales en pro de una sexualidad menos violenta. ¡Un golpe duro al falocentrismo! ¡El derrumbe languidecente de la erección! La caída infame del argumento erectil y el desprestigio ignominioso del ente que penetra. ¡Una mutación fortuita que nos debería conmover! Capetillo Buenrostro declaró en la radio pública - sentirse invadido en su intimidad, ahora el mundo podía publicar un calendario preciso de sus emisiones-. Dijo estar en desacuerdo con las opiniones del Dr. Beto, de quien asegura - "está abusando de su clientela para hacerse de renombre"-. El doctor Beto es, para nuestro precóz eyaculador - "Un oportunista malévolo que aprovecha la desgracia orgánica de sus pacientes para hacerse de un espacio en la televisión"-. En un arranque difamatorio, Capetillo Buenrostro, juró haber oído de la boca del Dr. Beto, el plan de desviar el cuerpo esponjoso en la estructura peneana de uno de sus pacientes. -"¡Es el Dr. Frankenstein de la urología! ¡Un científico siniestro que se opone a la preponderancia fálica de la edad moderna! ¡Un demonio abyecto, animado por los más lúgubres deseos!"- finalizó Buenrostro un instante más tarde de haberse dado cuenta, de que había eyaculado.
sábado, marzo 17, 2007
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