viernes, julio 18, 2008

Mi Ciudad

“Volveré a la ciudad que yo más quiero
después de tanta desventura; pero
ya seré en mi ciudad un extranjero.”
Luis G. Urbina, Elegía del Retorno
Volver a Hermes siempre implica un cierto grado de coraje. Más todavía si uno ha estado fuera por varios años, sin la menor intención de regresar a la capital Santo-Victoriana. Mientras se está lejos, uno piensa en Hermes como a través de un espacio cargado de bruma. Apenas la distingue, y por un instante podría ser cualquier gran capital: un complejo enramado de luces y avenidas. La ciudad de los 92 barrios es lo más parecido a una quimera; cada distrito es una parte esencial en la morfología del monstruo. Desde la apacible Andeonimbva, con sus invernaderos de alcachofa y sus pintorescas barriadas de gitanos, hasta la escandalosa Porta-Da-Luna con sus noches de puticlub y sus travestidos lusitanos. A juzgar por los números que arrojan los conteos demográficos, se puede suponer que en un plazo aproximado de diez años, la mancha urbana se habrá extendido hasta los desiertos del Krötnya. Un ingeniero japonés declaró hace meses que trazar un mapa GPS de Ciudad Hermes, era un acto insensato e irrealizable, una proeza imposible.
Dejé Ciudad Hermes hace veinticinco años. La abandoné con la misma pena con la que se deja a una mujer con quien ya no se es feliz, con el dolor por los momentos perdidos y a su vez con el gusto de zanjar un largo período de fracasos. Pareciera que ahora que estoy de vuelta, la ciudad tiene la intención de castigar mi perfidia, como diciendo “Te lo advertí, tú al final me necesitas”. Y es que una parte de mí le pertenece a esta ciudad. Crecí –como otros tantos millones de hermecitadinos- con la culpa de ser un cáncer en un planeta superpoblado. Soy originario de Komandrovia, con seguridad el barrio más pujante en términos económicos. En cada una de sus calles se experimenta una sensación generalizada de opulencia y despilfarro. Hoy por la mañana compré el periódico nacional, el “Welter Vöon Hermes”. Sorprende ver que los problemas son los mismos desde hace treinta años: el desempleo, el flujo de inmigrantes africanos, la contaminación, el brutalismo de la policía imperial, el complot político y las intrigas eclesiales. Solo que ahora hay una primicia. El soberano de las trasnacionales, Giusseppe Rhex padre, está internado en el psiquiátrico de Avalon, el más exclusivo de toda Ciudad Hermes. Entre sus muros han desfilado personalidades de la talla de Elton John, el príncipe William y el magnate mexicano Carlos Slim. Es el jardín de reposo de nuestros aristócratas. La crónica es realmente conmovedora. Narra los desmedidos esfuerzos del multimillonario para deglutir una gelatina de zarzamora. Cómo estropeó las fiestas de nochebuena, arremetiendo a bastonazos contra una mujer enferma de Parkinson. Además de excéntrico, el Rhex se distingue por ser un tipo de lo más irascible, un hombrecillo avejentado que se niega a la revista sanitaria. Y pensar que en algún tiempo fue el hombre más poderoso de la isla. Hasta tuvo su discurso en las Naciones Unidas; una presentación memorable en la que convocó a la sociedad civil a prender fuego a la embajada de los Estados Unidos. Es triste imaginarlo en la clínica, con el cuerpo arqueado por la vejez, sin una sola visita, recibiendo con desdén la falsa compasión del cuerpo médico. Ya lo dije, soy de Komandrovia, y hasta el maldito anciano ocupa un lugar especial en mi memoria.
Hasta ahora, creo, no he mencionado el motivo de mi visita a Ciudad Hermes. Y es que simplemente no existe una razón. De pronto uno está de regreso sin saber porqué. Como visitando a una madre enferma; un cuerpo grotesco y necesario que nos dio la vida y nos vio crecer.

1 comentarios:

Skualo dijo...

Mucho gusto Horacio!
Yo no tenía el gusto, por eso no sabías quién eras!

Hey pero que chido que comentaste bien honesto. La verdad tu comentario del corto me parece tan atinado y yo estoy de acuerdo en varias cosas contigo.

Acá entre nosotros, yo creo que nadie quedo conforme con el corto y pues no nos queda de otra más que seguir dándole a lo que nos gusta! Con humildad y a seguir dándole!

Saludos!!