martes, abril 22, 2008

Donde las almas viejas flotan

La mujer fue importante mientras simuló pudor y reserva. iQué deficiencia demuestra empeñándose en dejar de jugar el juego! Ahora ya no vale nada, pues se asemeja a nosotros. Así desaparece una de las últimas mentiras que hacían tolerable la existencia.
Emil Cioran "Silogismos de la amargura"



Nos íbamos a desayunar todos los días cerca de la universidad. Era un restaurante que tenía tres mesas y una barra en la cual siempre estaban sentados los mismos trabajadores, desorientados, en silencio. Al parecer trabajaban en una construcción que se alzaba a unas calles de ahí, un hospital, un proyecto privado del que ellos aparentemente no sabían nada. Pero todas las mañanas con una coca-cola y un cigarrillo se quedaban en letargo; tal vez pensando en lo que habían soñado la noche anterior durmiendo entre escombros y cemento fresco, entre el aire que invade una celda sin rejas, sin paredes, algo inconcluso, un cimiento del que ellos son responsables aunque después al levantarse se queden sus nombres olvidados para siempre, hasta que aquello muera por naturaleza y se desgaje con el tiempo y las enfermedades humanas.

Una mañana de junio, mientras estábamos en los exámenes semestrales, me fui al restaurante, que se llamaba "El eslabón perdido" con Mago, una estudiante modelo que venía de una provincia y se asustaba siempre de pensar en perder su virginidad con algún citadino aprovechado. Mago no era fea pero tenía unos modos demasiado formales, como si en provincia el requisito fuera ser tímido y decir gracias para todo. Tenía los ojos verdes y unos labios delgados de los cuales siempre salía un olor a moka.

Cuando llegamos al Eslabón perdido los trabajadores estaban en la barra como siempre, pero esta vez charlaban entre ellos, nos sentamos cerca de ahí y hablaban en voz baja, como si la cal les hubiera comido alguna parte de sus cuerdas vocales, se miraban firmemente y uno de ellos, el que parecía ser mayor, casi que podía ser el padre del otro, hablaba de una dama. Y es que antes llegaba a la casa y su olor parecía estar por todas putas partes, le decía el hombre al chico joven, con el cigarrillo entre los dedos, con la coca-cola calentándose en la barra, me sentaba en una de las sillas de la cocina y esperaba a que me sirviera aunque fuera un pinche plato de frijoles, pero la muy cabrona nunca tenía nada preparado y me terminaba haciendo unas quesadillas de mierda, hasta que me cansé cabrón, hasta que dije ya basta de esta pinche vieja huevona y fue entonces que tomé la decisión de mandarla a la chingada. El chico joven permanecía callado, como si la conversación no le importara y simplemente quisiera regresar a la construcción para terminar la colada. Pero sabes algo pinche Pepe, y le tocó el hombro con potencia, una vena le salto por el cuello y cerró los ojos con tanta fuerza que varias arrugas le brotaron de la cara, todavía la quiero un chingo. En ese momento el tal Pepe fingió una clara demencia y se le veía incomodo, prendió otro cigarrillo y se enmudeció a un más. Mago desayunaba sin percatarse de nada. Es que no mames, mira que pienso en sus piernas, en su olor a crema, en sus pinches tetas tan sabrosas y digo verga, chingada madre mira que de verdad si la amaba a la cabrona. Ahí el viejo empezó a llorar, un llanto escondido, impecable, un llanto de hombre, que parecía haberlo practicado por años y que es a la única persona que le he visto unas lágrimas tan perfectas, tan varoniles. Pepe lo sujetó de los hombros y le pidió que se calmara, que no era mas que una pinche vieja. El viejo cogió semblante de nuevo y se limpió con una servilleta la cara, le dio un trago a su coca-cola hasta terminarla y volvió a hablar, pero esta vez no le hablaba a Pepe, parecía decirse algo así mismo, una confesión interna, un último desgarro, miró la botella vacía sobre la barra, se sacudió las manos y lanzó sus pensamientos: Creo que ahora anda con otro cabrón, y creo que ahora la necesito más que nunca, en las noches me siento tan pendejo pensando en ella, tan escuincle, pero hay algo dentrito de mí que me quema, me quema de la chingada, como si me hubiera tragado diez carbones ardiendo, y eso pinche Pepe, es que me estoy muriendo sin ella, me estoy hiendo a la verga, y eso para que vayas midiendo con tu noviecita pedorra, es el amor que mata y quema y es como un puto volcán que todo el tiempo hace erupción hasta que la lava esa termina por mandarte al puritito infierno. Pepe pasó saliva y se levantó, tenemos que regresar, dictaminó tocando la pierna del viejo. Pagaron su cuenta y salieron del lugar, al viejo parecía costarle caminar. Mago terminó su bocadillo y el mío estaba intacto, me preguntó si pasaba algo y le dije que nada, que se me había ido el hambre. Al día siguiente en El eslabón perdido sólo estaba el tal Pepe fumando, pálido, en duermevela, me senté con Mago en una de las mesas y mientras esperábamos la comida tomé valor y me acerqué a la barra ¿Qué pedo, dónde está el viejo? le pregunté mientras yo también me prendía un cigarrillo.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

asombroso como volviste a un machista a un hombre duro en enamorado, en debil, transformaste un albañil en un ser bello, felicidades neonida, tu lenguaje del amor es perverso

Anónimo dijo...

Felicidades Warpola, me parece que en tus último tres textos estás formando un delicioso esquema del amor, a tu manera perversa y malvada, con pequeños momentos e inmensas declaraciones, mantente cuentienando el tema a lo Carver, que te queda de maravilla, un fuerte abrazo desde la cloaca!!!

Anónimo dijo...

Me gustó mucho! espero verte pronto para hacer ese video!!! pinche guey!

Irish Bully dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Irish Bully dijo...

ya me hacía falta un poco de prosa lasciva y beligerante. ahora a beber mucho vino y celebrar con los poetas malditos. ahí seguro encuentras tu correspondencia, esos siempre tienen algo qué decir.

Anónimo dijo...

¿no será q el autor es otra persona?

Chely dijo...

me gusto mucho esa manera de redactar a un viejo albañil... a parte de cerdos, tienen su corazoncito jeje...