miércoles, marzo 05, 2008

Otros antes que yo vieron un día

Para Geratho (Arquero imprescindible de los naranjos en flor)

Cumpleanum Mortis





Qué ruido tan triste el que hacen dos cuerpos cuando se aman...

Luis Cernuda



Recuerdo vagamente la interferencia de mi primer beso, e imposible pensar en la ruina que fue perder mi virginidad en la alfombra de mi sala. Mis pequeñas polaroids se quedan en una línea de saliva y en un choque de narices, en mis rodillas raspadas y en la preocupación adolescente a que llegaran mis padres y me descubrieran tumbado en posición misionera con aquella chica a la que juraba amar para toda la vida en esos momentos. Quisiera por un instante sentarme al borde de mi cama y volver a sentir el ansia de amar, el delicioso dolor de terminar un orgasmo en el vientre de alguna mujer que amé. Los años pasan indecentes, violentos y malhumorados ante nuestras desgracias tan mínimas que pretendemos volvernos amorales al mundo e incapaces de comprender el hecho cotidiano del porqué de las pasiones humanas. Sigo sin racionalizar dónde han quedado esos rostros y esas manos tibias que me tocaban, he amado tantas veces que no encuentro sinceridad interna para regocijarme de ese hecho; al contrario, me llena un cuestionamiento monstruoso al darme cuenta de que a mi edad no tengo ni puta idea de lo que es el amor, y luego una larva que devora mi destino para casi decirme que así será toda mi vida. Sé que estoy exagerando y que tal vez debería decir que todas las veces que he amado han sido especiales y distintas, pero de alguna manera todas han terminado de la misma forma. Podría justificarme hablando de mí y de cómo intento reaccionar ante mis caprichos pomposos. Pero no quiero y no me importa porque escribo esto desde un limbo enfermo que me provoca rasgar las sábanas que huelen a desierto. No intento tampoco demostrar nada ambiguo ya que al final no soy nadie para hacerlo; recuesto mi experiencia en un letargo impreciso aunque seguramente mañana por la mañana cambie de opinión. Entonces hay que enjuagar las ideas sobretodo cuando se tratan de amor, no hablar a escondidas ni rechazar las preguntas del viento, porque en cuanto el curso de las cosas vuelve a demostrar que todo es un orden falso, es cuando miras hacia atrás en días como hoy y te das cuenta de qué tan poco prácticos somos para intensificar un amor viejo por no decir ajeno. Y en lugar de lamentarnos por no tener un dulce olor cada noche, deberíamos seguir esperando y escribiendo.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Ahhh, un dardo con cola de fuego para el desmediado corazón de este joven ladrón frutal. Esperar y escribir. Gracias por sus palabras Magister,fueron lo más indicado para uno de mis más tristes cumpleaños, lo ama Getxo

Anónimo dijo...

warpolaaaaaa soy tu concienciaaaaaaaa kisiera un caxho de tu parpado ensalsado en barbacoa

Cristina Guasch Warnholtz dijo...

Solo puedo decir que en mi teclado hay un par de lágrimas.