Hasta mentiré. Diré que fuiste mi amante,
y al final todo es tan absolutamente inútil,
a ti y a mí muy cerca nos espera la muerte.
Robert Desnos
(En escritura cruciforme, a la mitad de una caricia)
11:58pm
El sombrero formaba un oasis en la pared. Era necesario. Los castigos con pisco y absenta nos habían alejado hacía mucho tiempo de nuestros primeros roces y la lluvia era un atentado contra su cabello, cigarrillo purista, orcuela de carbones casi diamantes. Pero así no fue.
Por un momento mi mano hundió en su rodilla. La agresiva fórmula de moverla en espirales cuneiformes, me invitó a quitarme el sombrero para limpiarme un ligero sudor que caía de mi nuca. No podía dejar su cabello tranquilo, era el olor a macadamia. Y la primera gota de lluvia reventó en su hombro, Hiroshima en su epidermis. Sin embargo no, nunca sucedió así.
11:47pm
Mi vaso de absenta combinaba con su falda, los terrones de azúcar se deslizaban con el fuego ebrio y ella calculaba sus palabras herbales para mis tímpanos; caracolas de su aliento. Su tacón era la astilla en mi entrepierna. Sonreía caprichosa y dominante, ella que era verde agua y lluvia en mi sombrero. El hada proyección de nuestra lujuria. Y no, no es cierto, nada es verdad.
11:40pm
Justo en el epicentro de nuestras locuras, ahí donde nos enfrentamos sin darnos cuenta a una granizada de lenguas jugando; es cuando el cielo se transforma en bestia de agua. Le pongo mi sombrero en su espalda. Pisco de lluvia y vestido de tarde. Se frota suavemente el vientre con la cucharilla para el azúcar, glucosa de opio. Le beso la frente y mirada submarina que se ahoga en sus senos de pellizco; se acurruca en mi cintura para nadar en mi ombligo. Ojalá, océano de mieles, ojalá así sea.
12:02am
Mil alucinaciones que caen al ritmo de las gotas prismáticas. La forma de su cabellera húmeda, torciéndose hacia sus orejas; dos bellos nidos para anémonas. Entonces el cielo se seca y su hombro es posguerra de agua, me toca ligeramente la pierna mientras ríe y sin darme cuenta la beso en el cuello mientras esnifo con dulzura la macadamia de su piel. Derrama el absenta en su falda hasta confundirse con los aromas de sus piernas. Me levanto triste y me vuelvo a poner el sombrero.
Imágen: Yasumasa Morimura
5 comentarios:
Neonida amigo, solo puedo decirte que en mi totalidad me absorbiste.
GRACIAS
me recuerdan a las antiguos relatos de pach... marcando hora tras hora
... incluso cuando hace calor. Yo siempre tengo frio.
quizá sea ...
privación del nombre. Autor desconocido.
warpola es tuyo?maravilloso
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