El Crítico Literario, placentino monarca, paladín del dictamen sapiensal y grandísimo pensador, falto de calor oratorio y con sagaz ingenio definió como inútil el oficio Neónida; sus anotaciones fueron: Bobos, vagos (cita: G. Durand), ausentes de conocimiento (cita: R Dussel), sus alteridades inquietan únicamente al débil lector (cita: Ricoeur), propongo su finitud (cita: Panikkar), suficiente hemos celebrado sus idioteces (cita: Derida), imbéciles (cita), bobalicones (cita) (cita) (cita).
Su malicia femenina le gano la enemistad del dos veces brillante ateneo de neón. Y es que era magno el enemigo, la lechuza inquisidora se dedicaba a la persecución de equivocaciones; se presentaba en los cocteles diciendo: ¿Qué tal, soy el Crítico Literario?, yo le un puse un (;) a Fernando de Rojas. En cada gala hacía pasar tal vergüenza a nuestro querido escritor español; el Crítico Literario era más listo que todos nosotros, pues tenía la siniestra habilidad de ver lo que no se debía ver, adecuando sus observaciones a sus actas poéticas, difíciles documentos de lógica medieval. Tales curiosidades aparecían desde su más temprana edad: el Crítico Literario, a los seis años había leído Las mil y una noches, a sus quince años intentó traducir al castellano The Finnegans Wake y con humildad declaró que era imposible; había asistido a una fiesta de té con Octavio Paz; sus poemas de aparente y abstracto heroísmo eran silogismos, sus traducciones eran de lenguas muertas siglos atrás.!Pero con qué maestría citaba el Crítico Literario!, si sus pies de página necesitaran calcetines se requeriría de un numeroso batallón de sastres imperiales. Gran adversario era el Crítico Literario, haciendo de cada equivoco un acto magistral, galopando sobre las letras con sus cascos de potro sanguinario, paciendo con furia hojas de libro, aumentando su masa cual polilla infernal. Imaginen solamente el terror de los Neónidas sabiendo que el Crítico Literario devoraba libros para bulímico expulsar aburridas revisiones.
Los Neónidas reconocemos que aunque de lírica primitiva, el crítico literario tenía una atractiva inteligencia; Fabio Santtrox alguna vez me explicó cómo a partir de una sencilla operación era posible derivar la inteligencia de nuestros pensadores modernos.
El movimiento matemático es muy simple - Nc x Np = Mp - ; siendo en tal álgebra (Nc): número de citas; (Np): número de páginas del documento; al multiplicar las dos variables obtenemos (Mp): magnitud del pensamiento. En su última publicación: "La falta de prosperidad semántica en los enunciados de Jean Fonndell Bartte" citó en 478.089 ocasiones a lo largo de 53 páginas.
El monstruo había logrado un índice proporcional a los 25815.717 cp (citas por página). En el documento - innumerable lista de graves alternativas todas acompañadas de cita – proponía incluso la guillotina para el joven poeta rumano.
Los Neónidas reconocemos que aunque de lírica primitiva, el crítico literario tenía una atractiva inteligencia; Fabio Santtrox alguna vez me explicó cómo a partir de una sencilla operación era posible derivar la inteligencia de nuestros pensadores modernos.
El movimiento matemático es muy simple - Nc x Np = Mp - ; siendo en tal álgebra (Nc): número de citas; (Np): número de páginas del documento; al multiplicar las dos variables obtenemos (Mp): magnitud del pensamiento. En su última publicación: "La falta de prosperidad semántica en los enunciados de Jean Fonndell Bartte" citó en 478.089 ocasiones a lo largo de 53 páginas.
El monstruo había logrado un índice proporcional a los 25815.717 cp (citas por página). En el documento - innumerable lista de graves alternativas todas acompañadas de cita – proponía incluso la guillotina para el joven poeta rumano.
En definitiva el Crítico Literario era un gran enemigo para los Neónidas.
Los Neónidas, en nombre del joven poeta rumano Jean Fonndell Bartte, el ánima caída de Fernando de Rojas y sus propios intereses. Decidieron probar su fortuna enfrentándose a su pensamiento; lo matarían en un texto de su poco vistado blog sin marcador diacrítico alguno.
Los Neónidas, en nombre del joven poeta rumano Jean Fonndell Bartte, el ánima caída de Fernando de Rojas y sus propios intereses. Decidieron probar su fortuna enfrentándose a su pensamiento; lo matarían en un texto de su poco vistado blog sin marcador diacrítico alguno.
Y un neonida mato a sangre fria al critico literario.
Meta literatura cariño. Decía la nota dejada sobre el inmenso cadáver del pensador.
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