domingo, diciembre 17, 2006

Ventanas de mi barrio (Fragmento)



...Siempre antes de la medianoche se asomaba, delicado rubí, a oler a las tristes calles que el frío pintaba de una nubosidad casi violeta. Prendía su cigarrillo importado y dejaba que el humo rozára su cara de mieles y jabones traídos de Pakistán. A veces el frío provocaba que su nariz tan blanca como duna de nieve, se volviera roja, abochornada por la noche que parecía contonearla y mimarla. Ella, suave mátiz de primavera en invierno, dulces manos pintadas de motitas que se desvanecían por aquellos trabajos sin terminar. Recostada sobre la baranda, escuchando autos a lo lejos, rociando con su perfume natural las aceras hasta lograr que las plantas se levantaran para inventarla; Ella, soltaba un par de lágrimas que caían hasta volverse aguanieve, caían sin pena, dejando estelas de su tristeza que la noche nunca supo calmar. Entonces terminaba el cigarrillo y dejaba caer la diminuta corteza provocando meteoritos en las hormigas, con el filtro bañado de sus labios mojados por el brillo sabor arándano algún día comprado en París. Cerraba la ventana dejando una ranura envidiable, y con el torso desnudo, tomaba su lienzo siempre azul y volvía a pintar, sueños, cometas, amores pasados. La pequeña luz de su habitación la miraba ajena, sola de playas que se fueron mucho tiempo atrás. Su cabello caía a medio hombro del tiempo hacia la nada, y miraba por horas sus obras, para después romperlas o simplemente guardarlas en su baúl verde agua regalado en Bombay. Y así todas las noches de frío y sonidos lejanos, de amores torturados y viejas princesas orientales que bañaban sus senos con leche de pureza absoluta. Ella, intacta belleza, ojos de té tibio, viviendo en la gran cuidad en donde el tiempo se perdió desde hace mucho...
(Fragmentos de la incertidumbre o de cómo el tiempo sí existe; Ed. Kgargaria Independent Words. Kgargaria, Ciudad Hermes 1959)

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Kgargaria Independent Words tiene los mejores trabajos publicados entre los 50 y 60 de lo que fue la Primera Escuela Neónida. Recuerdo haber leído esta novela hace mucho, allá en el 63 cuando lo de el golpe de estado, fue la primera vez que salía al desierto, por eso me es memorable, a penas acababan de inaugurar la Interinsular. Mientras Hermes era un caos social, Los Fragmentos y su delicado erotismo por las calles de la recién nacida Hermes me hacían imaginarme pezones encendidos en las nubes nocturnas que flotaban como velos de niñas al momento de su primera lunación. Excelente selección, felicidades, pero aún me pregunto qué pensaba la chica cuando escuchaba los autos, seguramente renaults, a lo lejos? lo siento, es sólo que ha pasado mucho tiempo; pero me sigo conmoviendo igual.